El alcohol, una adicción muy invasora
Dejar el alcohol no es fácil. Es una bebida que goza de cierta permisividad social y que puede convertirse en una droga dura, causando una fortísima adicción entre sus «víctimas». Es generador de conductas antisociales y maltrato familiar.
La dependencia del alcohol (alcoholismo), consta de cuatro síntomas:
- Ansiedad: una fuerte necesidad o compulsión de beber.
- Pérdida de control: la incapacidad propia para limitar el consumo del alcohol en cualquier situación.
- Dependencia física: síntomas de abstinencia como náuseas, sudores, temblores y ansiedad, se presentan cuando se interrumpe el consumo de alcohol después de un período en que se bebió en exceso.
Una dependencia grave puede llevar a la persona a presentar síntomas de abstinencia que ponen en peligro su vida, entre los cuales se encuentran las convulsiones, que empiezan entre ocho y doce horas después de la última bebida. El delirium tremens comienza de tres a cuatro días después cuando la persona presenta una agitación extrema, tiembla, alucina y pierde contacto con la realidad.
- Tolerancia: la necesidad de beber grandes cantidades de alcohol para sentirse bien.
Alguien que bebe cada vez más, a menudo dirá que puede dejar de hacerlo en cualquier momento que lo decida; sólo que nunca “decide” hacerlo. El alcoholismo no es un destino, sino un trayecto, un largo camino de deterioro durante el cual la vida se vuelve cada vez más difícil.
Tratamiento para dejar de tomar alcohol
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